Floto
flotar
con el agua al cuello
vértigo pendiente
ansiado equilibrio
flotas
en la nuca frío
agua en tu pelo
acuna tu alma
navega.
Teo
30 sept. 2021
Tú no sabes lo que representas para mí.
No le pongo nombre. No quiero imaginarte unida a una palabra, a una idea, a una manera, ni siquiera a un gesto. Tú no sabrás nunca cómo te llamo en mis días pequeños, cómo te nombro en momentos de hielo y sal.
Ni imaginas cómo sé que representas todo cuanto la vida en un golpe de suerte me regaló. Tu existencia como un acertijo me propone un reto y no puedo, no quiero dejar de resolverlo.
Puedo entender que no todo, incluida tú, gira a mi alrededor. Solo quiero verte y que sepas lo que representas para mí: tú respiras y yo puedo soportar así el frágil boceto de mi tiempo.
Teo
13 septiembre 2021
Dicen que no vemos las cosas como son sino como somos…
Como si yo tuviera algo que ver en lo que me provoca mirarte. Como si la belleza que desprendes y que me incita a seguir tus pasos fuera solo un deseo propio que no te concierne.
Y tú tan ajena a todo no supieras la revolución extrema en la que me convierto.
Qué bonito si de algún modo yo fuera esa parte de ti que me enamora. Tal vez así, las dos, siendo lo que vemos en la otra, retroalimentándonos en bucle, conseguiríamos vernos al fin tal y cómo somos.
Teo
13 septiembre 2021
Mi madre muerta paseándose por las habitaciones de mi casa.
Subiendo las escaleras, en el patio. No traspasa las paredes.
Entra y sale de los cuartos, del baño, sale a la terraza.
Recorre mi casa, día y noche.
Pone sus manos en objetos y los mira
como quien está en una tienda buscando algo.
No anda, flota. O eso parece, porque no consigo verle los pies.
Ella cree que yo no la veo.
Lo sé porque a veces me quedo mirándola y ella parece no verme.
Otras de reojo observo que me mira y sé que quiere darme la respuesta
a la pregunta que siempre me hago.
De madrugada vela nocturna.
Repasa las estancias incansable.
Se sienta siempre en la misma butaca del salón.
No dirías nunca si su actitud, sus gestos son naturales o no.
Existe y se mueve por cada uno de los poros de mi casa
llenándola del olor inolvidable de sus manos en mi rostro.
Mi madre muerta vive en mi casa.
Y yo, como un fantasma,
aparezco y desaparezco.
Coetáneas de un mundo propio
y ya para siempre de las dos.
Teo
18 enero 2021
Darte cuenta del paso del tiempo
viendo la caducidad en los alimentos,
bebidas y medicinas.
Ese gesto que haces buscando la fecha impresa
en un lado, abajo o arriba de la caja.
Y encontrarte de repente con un año al que todavía no has llegado.
Sobrecogimiento del futuro, de un porvenir incierto al que
(¿)estás seguro de que vas a llegar(?)
Sobrevivir a las fechas de caducidad que solemos leer
y continuar leyendo aquellas posteriores con esperanza
y ese miedo no oculto de que eso pueda no ocurrir.
He visto tantos años escritos ya pasados...
Estoy viendo otros tantos en los que por cercanía creo que estaré presente...
Veré años futuros en los que no estaré ya.
Inevitable creer sobrevivir a cualquier caducidad.
Nos dejaremos vencer por la inmortalidad.
Creer que todo alrededor deja de ser
y nosotros permanecer en ese gesto eterno buscando
siempre la fecha.
Teo
15 agosto 2020
Pongo un gran empeño en envejecer.
El color gastado de mi pelo me lo recuerda en tonos grises.
Mis manos fuertes ya no agarran la vida nerviosas por vencer.
Las articulaciones inflamadas se vuelven torpes y entumecidas,
Mi piel y la elasticidad se hacen incompatibles.
La grasa se reparte caprichosa en zonas que antes no visitaba. Mis ojos se nublan sin brillo. Miran pero discriminan lo que quieren o no ver.
Mis dientes, mis piernas y mis orejas.
Son mías pero se rebelan si las miro.
En el espejo se refleja un rostro conocido, familiar.
Con este empeño lo he llegado a pensar: no pararé hasta que mi madre emerja de mí. Ya voy por el camino. El espejo me saluda todos los días con el rostro de la señora mayor que fue ella.
La vejez esa obsesión por no dejar de ser.
A las pruebas me remito.
Le estoy echando ganas y compruebo
que no se me está dando tan mal.
Con suerte y motivación,
día a día, lo estoy bordando.
Teo
8 agosto 2020
Todo me cuesta una vida.
De niña hice un viaje a ninguna parte
para volver adonde no estuve nunca:
me costó comprender la esencia misma.
Niña con rutinas y estereotipos fijos criada,
niña cuyas manos se enredaban en la colcha de su cama.
Me frotaba los ojos para ver si aquello era real:
si mi conciencia, la de una niña débil, tan poco acostumbrada a desobedecer,
no me engañaba y me hacía guiños detrás del aparador.
Atravesé sumergida toda mi infancia
y cuando saqué la cabeza me hundí en una montaña
de no certezas. Casi no la cuento, así fue mi adolescencia.
Todo me cuesta una vida.
Veinte años me costó llegar a la joven que fui.
Mi minúsculo mundo se disolvió harto de no ser.
Con un puñado de ilusiones creí poseer el tiempo.
Ese que me llevaría a ti. Tiempo largo de espera
y en un segundo ya para siempre mis ojos mirándote.
Vasto tiempo. Demasiado tiempo oscuro.
Entre tinieblas amándonos y otra vez el llanto.
Claroscuro, oscuro, noche larga.
Contradicción: vida perfecta.
Juntas contra la ley,
contra la luz, contra un mundo sin luz.
Amarnos era solo una excusa para así poder seguir
buscando...
Año tras año no solo pasaba la vida.
Difícil encontrar una rendija.
Un modo, una razón y la justicia.
Toda la vida he querido amarte.
Toda la vida he querido ser contigo.
Todo me cuesta una vida.
Ser mujer. Hacer equilibrios. No equivocarme.
Vencer el miedo o mejor, rendirme.
Perdonarme. Volver a ser. No dejar de ser.
Tener la luna y echar en falta el sol.
Conformarme. Calmarme. Seguir.
Amarnos. Siempre tú. Buscar.
Darme cuenta y saber.
Me ha costado tanto.
Todavía me está costando...
Bienvenido sea el tiempo que me resta.
Bienvenido el día con su noche.
Blancos y negros. Grises brillantes, tonos opacos.
Cromática desarmonía. Baile de suspiros y sonrisas.
Todo me cuesta una vida.
Ahora lo sé. Siempre ha sido así.
Si este es el comienzo de un fin venidero
todavía puedo gastar, creo,
mis ganas, mis duelos, mis lamentos, mis risas
y mis sueños.
No será fácil volar tan bajo y conseguir
salir indemne de este vendaval de días completos
surgiendo entre mis dedos como rosas que saben
que un día ya marchitas desaparecerán.
Solo me costará la vida.
Justo es el precio.
Teo
8 agosto 2020