Jueves por la tarde.
Una tarde de junio de 1986.
El día anterior ha jugado España contra Dinamarca.
Copa del Mundo.
Partido de fútbol.
Una apuesta entre compañeras
estudiando juntas
en un pequeño cuarto
de una residencia.
Granada.
Curso común: tercero de Filología.
Exámenes finales.
Gana España
y pierdes la apuesta.
Tú no puedes hablarme
durante 24 horas;
si lo haces, debes pagar una multa
cada vez.
No me hablas.
Y durante todo el día
solo me miras
y yo te miro.
Pero yo puedo hablarte,
incluso provocar que me hables.
[Yo no aposté nada]
Horas estudiando
y levantando
la mirada
para encontrarnos.
Calladas, mirándonos.
Fijos los ojos, viéndonos
por dentro.
Naciendo
al deseo.
Sabiendo
que ya nunca más podríamos
mirarnos de la misma forma que lo hacíamos antes.
Tarde de ojos clavados
y respiración alterada.
Tarde de embriaguez
porque todo me decía
no puede ser...
Tarde de desconcierto, miedo, alegría
y un deseo más fuerte cada segundo
que me ahogaba
en tu mirada.
Tus ojos
clavados en los míos...
Y unas ganas tremendas de besarte.
Teo
19 junio 2015