sábado, 8 de agosto de 2020

La vejez

Pongo un gran empeño en envejecer.


El color gastado de mi pelo me lo recuerda en tonos grises. 


Mis manos fuertes ya no agarran la vida nerviosas por vencer. 

Las articulaciones inflamadas se vuelven torpes y entumecidas, 

Mi piel y la elasticidad se hacen incompatibles. 

La grasa se reparte caprichosa en zonas que antes no visitaba. Mis ojos se nublan sin brillo. Miran pero discriminan lo que quieren o no ver. 

Mis dientes, mis piernas y mis orejas. 

Son mías pero se rebelan si las miro. 

En el espejo se refleja un rostro conocido, familiar. 

Con este empeño lo he llegado a pensar: no pararé hasta que mi madre emerja de mí. Ya voy por el camino. El espejo me saluda todos los días con el rostro de la señora mayor que fue ella. 


La vejez esa obsesión por no dejar de ser.


A las pruebas me remito. 

Le estoy echando ganas y compruebo

que no se me está dando tan mal.

Con suerte y motivación,

día a día, lo estoy bordando.




Teo

8 agosto 2020





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