Mi madre muerta paseándose por las habitaciones de mi casa.
Subiendo las escaleras, en el patio. No traspasa las paredes.
Entra y sale de los cuartos, del baño, sale a la terraza.
Recorre mi casa, día y noche.
Pone sus manos en objetos y los mira
como quien está en una tienda buscando algo.
No anda, flota. O eso parece, porque no consigo verle los pies.
Ella cree que yo no la veo.
Lo sé porque a veces me quedo mirándola y ella parece no verme.
Otras de reojo observo que me mira y sé que quiere darme la respuesta
a la pregunta que siempre me hago.
De madrugada vela nocturna.
Repasa las estancias incansable.
Se sienta siempre en la misma butaca del salón.
No dirías nunca si su actitud, sus gestos son naturales o no.
Existe y se mueve por cada uno de los poros de mi casa
llenándola del olor inolvidable de sus manos en mi rostro.
Mi madre muerta vive en mi casa.
Y yo, como un fantasma,
aparezco y desaparezco.
Coetáneas de un mundo propio
y ya para siempre de las dos.
Teo
18 enero 2021