No pienso en la primavera
como no pienso en el barro
que forma la lluvia en aquel descampado lejano.
Para tener mil cuadros de tu rostro
y no tenerte.
Para beber el agua bendita de tus manos
y saciar este agujero de lamentos.
Quiero pensar en los veranos
de mi infancia,
en aquellas largas siestas
que se eternizaban y se convertían
en cometas nocturnas.
Cuando los perros me daban miedo
y sin embargo me atraían…Y quería uno…
Y llamarlo por su nombre y que me entendiera.
Para sentir que me comprende todo
el que me escucha.
Para saber que mi soledad me lleva
a reunirme con todos, sin excepción.
Son bastantes los días que cuadran
para una cita. Todos los que están en verde
y algún rojo también. No hay excusas.
No pongamos más excusas.
Teo Melero
26 agosto 2017