lunes, 26 de mayo de 2014

Yo con tus ojos, tú con mis manos.












Ayer estuve todo el día viendo con tus ojos.

Me los prestaste un segundo y distraidamente me los dejé puestos.
Y ya todo el día con ellos, sin darme cuenta de que no eran los míos
que se habían quedado encima de la mesita, esa tan pequeña 
que tenemos en una esquina del salón.

Como no pudo ser de otro modo lo vi todo mucho más azul, no más claro.
Azul parece el color de la felicidad, aunque el rojo me atraiga más.
Sueño con un mar azul inundando nuestros cuerpos mecidos por besos de agua.

Tú, sin embargo, te quedaste con mis manos. Un trueque justo, bien mirado.
Las cogiste prestadas, no recuerdo bien para qué.
Toma, te dije. Mis manos no son nada si no pueden tocarte.

Aún recuerdo el día que jugamos a cambiarnos el corazón.
Fue algo más complicado, porque tuvimos que arrancárnoslo 
con un tirón fuerte. Pero una vez encajados, los latidos marchaban
al compás. Qué susto nos llevamos al principio porque creíamos
que habíamos hecho algo mal. Qué tiempos aquellos...




Lo de ayer fue más simple, más cotidiano,
ya estamos acostumbradas a ponernos cosas la una de la otra.
[Con naturalidad nos colocamos la sonrisa de una,
el pelo desenfadado de la otra...¡Qué maravilla el día que me dejaste tus labios
carnosos y tu pecho!... Eso hay que repetirlo.]


Y así pasamos la jornada. 
Yo con tu ojos, tú con mis manos.




Teo
26 Mayo 2014










Poema inspirado en el tuit de @ieverness



No debo escribir "coño" en un poema.

Hacer un poema mientras espero en la consulta de mi ginecóloga
no es muy inspirador. 
No puede venir ahora el verso
ligero, la rima perfecta.
Debe ser algo desnudo, ramplón y feo. 
Simple tecleo del iphone con un mínimo
de voluntad y un máximo de qué estoy haciendo.
Todo es ponerse. No es el lugar apropiado
para apropiarse de la metáfora de un coño. 

No debo escribir "coño" en un poema
aunque esté aquí, esperando, para cumplir una 
cita.