En verano
hacer un poema
es como comerte un helado.
Lo tomas como alivio momentáneo,
refresco de una tarde de siesta larga,
densa y pesada.
Hay versos
que se derriten
esperando el siguiente bocado
y paseas tu lengua fresca
por la nata de la rima
de fresa.
Todo el chocolate
se te agolpa en la garganta
y la cucharilla tintinea la copa
rebañando la última porción
de la estrofa acabada.
Es verano,
hago un poema.
Y me como un helado.
Teo
10 julio 2015
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