Me mira y me encantaría ser la mujer que ella (ad)mira.
Con esos ojos fijos, tan de verdad.
No duda en darme su hociquillo fresco
y lamerme sin importarle el tiempo.
Solo quiere mirarme y verme.
Estar junto a mí, ocupando un espacio amigo
que compartimos, tan hecha al mundo
construido con su olfato de perra sabia.
Es una mirada que admira
y a mí me desarma por dentro
para finalmente arreglarme
algún dolor que siempre tengo.
No sé si en su cerebro
ha captado los mensajes,
codificado un comportamiento;
aprendido un modelo.
No sé por qué tiene esa pasión,
ni la respuesta de su jopillo inquieto,
que mueve sin parar
cuando regreso.
Creerá que lo puedo todo, quizás.
Creerá que soy la mejor de las recompensas.
Creerá que valgo más que un tesoro.
Creerá que soy humana.
Creerá en mí más que yo misma
[que tengo días para estrellarme]...
Y hará que yo me crea
que una mirada suya
me hace
ser mejor. Mucho mejor.
Teo
4 febrero 2015.
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